REVISTA ACTITUD XXI
Ha terminado la cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha
llegado el momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Después de la entrada triunfal en Jerusalén, ahora nos toca asistir a la
institución de la Eucaristía, orar junto al Señor en el Huerto de los Olivos y
acompañarle por el doloroso camino que termina en la Cruz.
Durante la
semana santa, las narraciones de la pasión renuevan los acontecimientos de
aquellos días; los hechos dolorosos podrían mover nuestros sentimientos y
hacernos olvidar que lo más importante es buscar aumentar nuestra fe y devoción
en el Hijo de Dios.
La Liturgia dedica especial atención a esta semana, a
la que también se le ha denominado “Semana Mayor” o “Semana Grande”, por la
importancia que tiene para los cristianos el celebrar el misterio de la
Redención de Cristo, quien por su infinita misericordia y amor al hombre, decide
libremente tomar nuestro lugar y recibir el castigo merecido por nuestros
pecados.
Para esta celebración, la Iglesia invita a todos los fieles al
recogimiento interior, haciendo un alto en las labores cotidianas para
contemplar detenidamente el misterio pascual, no con una actitud pasiva, sino
con el corazón dispuesto a volver a Dios, con el ánimo de lograr un verdadero
dolor de nuestros pecados y un sincero propósito de enmienda para corresponder a
todas las gracias obtenidas por Jesucristo.
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